A
medida que las plantas van creciendo necesitan más espacio para poder
desarrollarse correctamente y lucir más bellas, por lo que la tarea de trasplantarlas requiere cuidados específicos
para evitar que sufran graves daños.
Una
de las principales claves del proceso es
determinar el momento ideal para hacerlo, en el caso de las plantas interiores
se debe dejar sin regar un par de días para que la tierra se seque, una vez
secada se golpea suavemente la maceta alrededor y con una mano se le da vuelta
y con la otra se sostiene la planta cuidadosamente.
Si
la tierra se encuentra muy adherida es porque hay muchas raíces y poca tierra
por lo que el traslado se debe de hacer de forma inmediata o lo más antes
posible, pero si esto no ocurre el trasplante aún no es necesario y la planta
puede permanecer un tiempo más en la maceta.
Es
importante tomar en cuenta que esta labor se debe realizar justo antes de que
la planta forme nuevos brotes, ya que un arbusto joven tiene menos riesgos de
morir que uno adulto, la época adecuada para realizarlo es el invierno.
Para
las plantas interiores el cambio por lo general se hace a una maceta de mayor
tamaño, primero se saca de su antiguo recipiente
desenredando las raíces, la nueva maceta se rellena en el fondo con tierra y
drenaje para incorporarla, luego se riega
empapando la base de la planta.
En
el caso que se haga en el jardín, es primordial impedir que se rompa el
cepellón (la tierra que cubre las raíces), las ramas se deben amarrar para impedir
que molesten, días antes se humedece
para que la tierra no este seca y se procede a excavar a su alrededor para
dejar suelto el cepellón.
Una
vez retirado se envuelve el cepellón con un plástico o tela, sacándolo
cuidadosamente, el lugar donde se incorporara debe estar bien preparado con
materia orgánica para que absorba los nutrientes necesarios., por último se
riega para mantenerla humedad y se realiza una poda para disminuir la cantidad
de hojas.