Fueron construidos, según la leyenda, por el rey Nabuconodosor II, hacia el año 600 a. C. Fueron un regalo, una muestra de amor, hacia su esposa Amytis, que era de tierras lejanas y muy verdes. El rey quiso traerle algo que le recordara a su tierra de origen, y le sorprendió con los jardines colgantes.
Los jardines estaban situados junto al palacio del rey, a orillas del rio Eufrates. Sólo el monarca y su
corte podían admirarlos, el pueblo tenía prohibida la entrada a los jardines. Se cree que los jardines no “colgaban” literalmente, sino que sobresalían, provocando un efecto para el observador de gran belleza. Según testimonios posteriores, ya que los jardines no se conservan, eran terrazas abovedadas, alzadas unas sobre otras, que descansaban sobre pilares cúbicos. Había árboles de gran tamaño, flores exóticas y de gran colorido.
Las excavaciones hoy día en Irak están muy complicadas, debido al estado de guerra que impera en el país, pero lo que se ha estudiado hasta hoy, indica que los jardines existieron realmente, aunque la idea visual que tenemos proviene de imágenes, dibujos y pinturas realizadas muchos siglos después.
Leyenda o no, seguro hubiera sido maravilloso pasearse por esos jardines y contemplar, aunque sólo hubiera sido un fugaz instante, todo su explendor y belleza ¿verdad?
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